sanador

El poder sanador del yoga – María Macaya

María Macaya (@mariamacayayoga) es una profesional del yoga, especializada en el yoga sensible al trauma. La experta creó Radika, una Fundación que se dedica a ofrecer cursos y conferencias sobre distintos aspectos de la salud mental, de la mano de los mejores profesionales. Hablamos con ella sobre el poder sanador del yoga y, en especial, sobre el yoga sensible al trauma.

 

¿El yoga realmente nos sirve para sanar los traumas?

El yoga tiene el potencial para sanar cualquier desasosiego, tanto físico como emocional. Lo que tenemos que saber es con quién estamos trabajando y cómo lo estamos haciendo para conseguir que realmente nos ayude y sane. Algunas personas tienen necesidades específicas y el yoga puede contestar a ellas. A la vez que podemos sanar, podemos hacer daño, por tanto, es importante saber cómo trabajar.

¿El yoga sensible al trauma es solamente márketing o es real?

Es real y está basado en evidencias. Fue creado por psicólogos, psiquiatras y profesores de yoga, buscando una forma de trabajar con el trauma a través del cuerpo. Sabemos que el trauma se queda en el cuerpo a través de la memoria implícita. Se puede trabajar con ella e hicieron experimentos: pusieron a prueba cómo poner el cuerpo en terapia. Lo que salió fue el yoga sensible al trauma.

¿Cómo llegaste al yoga sensible al trauma y cómo pudiste dedicarte a esto?

Llegó a mí. Hace ya unos años, Tomeu Català (la persona que fundó Projecte Home Balears), que trabaja con personas con adicciones, contactó conmigo. Quedamos en que yo iría a Mallorca en algún momento a impartir yoga, pero en ese momento no tenía ni idea del yoga sensible al trauma. Encontré dos semanas en las que podía ir a Mallorca a compartir el yo

sanadorga con personas en proceso de sanación.

Me encanta aprender, estudiar y soy perfeccionista, así que me preparé antes de ir y busqué qué tenía que saber para trabajar con personas con temas de adicciones. Descubr

 

í un mundo entero. Cosas que podía hacer, que debía hacer, que no debía hacer porque serían contraproducentes… esto fue el primer “UAU”. Descubrí que había mucho más de lo que yo sabía.

Una vez allí, los agrupamos según por dónde estaban en su proceso de sanación. Tenía grupos reducidos con los que trabajar. Al cabo de unos días pasaron dos cosas: una, que los usuarios me preguntaban “María, ¿te importa que venga a más de una sesión? Porque antes de que llegaras, no dormía y ahora sí, por ejemplo” y dos, que los terapeutas, que al principio parecían reticentes, empezaron a ver cambios en los usuarios, empezaron a acudir también a las sesiones.

El feedback fue increíbe. Volví a Barcelona con ganas de saber mucho más, pensando “esto tiene que llegar a más gente”. Fue entonces cuando fundé Radika.

¿Cuál es tu experiencia respecto a ello? ¿Hay casos impresionantes? ¿Qué efectos beneficiosos tiene para la gente que ha sufrido traumas?

Creo que podemos mirar dos tipos de trauma: el que surge en un evento específico, abrumador, que ocurre en el ahora (como una violación) y el otro, el que tenemos todos, aunque unos más que otros: el que arrastramos a lo largo de la vida. Todos tenemos heridas emocionales que arrastramos. Por este motivo el yoga sensible al trauma nos puede servir a todos.

En el caso de la violación, por ejemplo, empecé a trabajar con esta persona al cabo de una semana del suceso. El cambio fue increíble. Aun así, hay que destacar que estamos hablando de una terapia complementaria. Para que de verdad funcione, la persona debe tener terapia psicológica a la vez. Tuve la suerte de estar trabajando en conjunto con su psicóloga. Trabajábamos de la mano, las dos sabíamos en qué trabajaba la otra, para complementarnos mejor. El proceso fue precioso e increíble.

¿El trauma puede ser una puerta a un crecimiento?

Sin duda. Está el crecimiento postraumático. Desafortunadamente, las personas, normalmente aprendemos cuando nos pasa algo malo, más que cuando las cosas nos van bien. Son los momentos difíciles lo que nos hacen cuestionarnos las cosas.

No nos pasa a todos, depende de la gente que nos rodea, el apoyo que tengamos. Si es bueno, me ayudará a tener una base para poder cuestionarme las cosas desde un lugar de seguridad, y nos podremos plantear “¿qué quiero en la vida?”

Esto pasa mucho con los pacientes de cáncer. Cuando lo superan, dicen “ya no quiero trabajar tanto, ahora quiero pasar más tiempo con mi familia, quiero hacer algo nuevo, quiero…” Es un ejemplo perfecto del crecimiento postraumático.

¿Puede llegar el yoga a ser contraindicado en ciertas situaciones?

Hay personas con necesidades específicas, tanto a nivel físico como mental. Si la persona tiene escoliosis, por ejemplo, tenemos que saber cómo trabajar. Personas con embarazos, con cáncer, etc. Saber cómo trabajar es esencial si queremos ayudar a la persona, por lo menos a quedarse igual y no empeorar, y además a intentar que mejoren.

A nivel emocional pasa exactamente lo mismo. Si tienes a alguien en desasosiego, te recomiendo que te formes antes en una metodología sólida, basada en evidencias, que te ayude a trabajar de una forma segura y sanadora con las personas con las que estás.

El yoga sensible al trauma, ¿Qué herramientas tiene para trabajar la ansiedad o los problemas mentales?

Una cosa es el trauma y la otra la ansiedad o depresión, por ejemplo. Son dos cosas: por un lado, existe el tema de la herida y el efecto que tiene eso sobre mi capacidad de afrontar mi día a día y mi vida. Por otro lado hablamos de nuestro sistema nervioso.

Lo que es el trauma, afecta nuestra capacidad de afrontar la vida. Nos quita poder. Cambia nuestra capacidad de relacionarnos con las personas, sentirnos seguros. Y cambia nuestra capacidad de conectar con nuestro cuerpo y nuestra capacidad de estar en el momento presente. Todo esto lo trabajamos en el yoga sensible a través del trauma: volver a empoderarte, saber que tienes las herramientas para elegir lo que mejor te conviene en el momento, el derecho de elegirlo. Saber que puedes tener relaciones seguras con algunas personas, que nos permiten aprender, imaginar. Construir seguridades es esencial para que una persona pueda crecer y moverse con facilidad.

Lo de la conexión con el cuerpo también es importante. Desconectamos porque hay mucho dolor. En el yoga sensible al trauma, lo que hacemos es reconstruir esa conexión desde un lugar de seguridad, porque conectar con el cuerpo es esencial; tiene respuesta a muchísimas cosas. Una sanación que no incluye el cuerpo es incompleta. Otra cosa que tenemos que saber es que, cuando estamos bien, estamos en el presente y cuando no, estamos preocupados de lo que pasó o de lo que ocurrirá. El yoga sensible al trauma hace todas esas cosas como base.

Además de eso, tenemos herramientas para regular el sistema nervioso, que nos puede ayudar para el trauma o para la depresión o ansiedad. Aunque si me preguntas, detrás de la depresión o la ansiedad es muy probable que haya un pequeño trauma; una heridita que nos ha puesto vulnerables y nos impide afrontar las cosas de la forma en las que lo haríamos.

¿Qué herramientas nos ofrece el yoga sensible al trauma?

Primero, la capacidad de sentarte a escuchar, a ver y a dar espacio a lo que nos pasa. Saber que está ahí y saber cómo reconocerlo en nuestro cuerpo. Tener la capacidad de reconocer cómo estoy en cada momento a través de nuestro cuerpo.

La siguiente cosa es encontrar dónde está la persona y llevarla donde quieras que esté. Hay veces que, después de diagnosticarle ansiedad a alguien, le recomiendan hacer yoga. Esta persona, con el sistema nervioso revolucionadísimo, se va a una clase de yin yoga, por ejemplo. No tiene ningún sentido, puesto que la obligación de poner el cuerpo en calma total no lleva a poner nuestro interior también en calma. Hay que saber dónde está cada persona y dónde queremos llevarla, de manera regulada siempre.

Lo tercero que nos ofrece este yoga son herramientas que podemos utilizar en nuestro día a día, no solamente en el momento de la práctica del yoga.

Sin olvidar que gracias al yoga sensible al trauma encontramos personas con las que nos sentimos seguras para poder hacer todas estas cosas: escucharte, saber que tienes el derecho de escucharte y poder trabajar contigo mismo.

En relación con el yoga tradicional y el yoga sensible al trauma, ¿cómo casan, ¿cómo ves esta unión?

Para responder a esta cuestión voy a coger palabras de Naren Herrero, con quien hemos trabajado en Radika y que ha hecho un trabajo para juntar los dos términos. Existen dos cosas importantes, la primera es que el yoga como lo conocemos se está alejando del yoga tradicional en esa búsqueda de la conexión con el ser, sobre todo: ahora es mucho más físico y se aleja de la conexión entre nuestro interior y lo del más allá y la sanación.

¿En qué se parecen? Las dos palabras que me vienen a la mente son claridad y conexión. En el caso de Sivananda estamos hablando de una claridad y una conexión con algo más allá, mientras que en el yoga sensible al trauma somos muy terrenales, y hablamos de una claridad y conexión interna; es lo que intentamos reconstruir.

Has estado formando a muchas personas en el yoga sensible al trauma. ¿Cómo ha sido tu experiencia y cómo es sentir esta transformación de la gente?

Hay pocas cosas que me gusten más en el mundo que enseñar, compartir con otras personas y dejar que sea esto lo que me fuerce a mí a seguir formándome y aprendiendo. Me llena muchísimo, simplemente esto.

En términos de la transformación que he visto en las personas que vienen: generalmente las personas creen que el yoga sensible al trauma, tratándose de una modalidad de yoga, va a ser fácil. No es así. Formarte en él tampoco lo es. Inevitablemente, empezamos a reconocer que todos llevamos heridas y cosas que nos han cambiado nuestra forma de ser. Formándonos en esto, todos llegamos a conocer mejor nuestras heridas. Además, nadie llega aquí por coincidencia, llegamos porqué hay algo que nos ha traído hasta aquí, y normalmente es una intuición de que hay algo que queremos sanar.

El proceso no es fácil, hay momentos en los que te das cuenta de cosas propias que no sabías. Pero se ha construido una comunidad increíble de personas que están en el camino de sanarse y a través de este proceso, ayudar a otras personas a sanar.

Hemos adquirido una tendencia en la que, ante una situación traumática, tendemos a enfadarnos, encerrarnos y alejarnos, en lugar de afrontarlo, buscar soluciones y saber perdonar, que nos sana mucho más que el enfado. ¿Qué importancia tiene el poder del perdón y la aceptación a la hora de soltar los traumas?

Hay una diferencia entre un trauma y un evento traumático. El evento traumático es lo que ocurre, mientras que el trauma es lo que ocurre dentro de mí, a causa de lo que ocurre.

Los gritos o las pequeñas muestras de ataque son eventos traumáticos, y responderemos de la manera en que respondimos hace mucho tiempo: la primera vez que nos gritó alguien, cuando no teníamos tantas herramientas. O gritamos de vuelta, o nos enfadamos, o nos escondemos… estas respuestas, que nos sirvieron entonces, se pueden volver mis respuestas automáticas, que sigo utilizando hoy.

Cuando me hablas de perdonar, lo que me parece es que tenemos que perdonarnos a nosotros mismos. Agradecer que tuvimos esta respuesta dentro de nosotros en el momento de reaccionar. Saber que hoy tenemos otras herramientas en cambio de esta sensación de culpa. Entonces se vuelve mucho más fácil empezar a perdonar a los demás.

Perdonar a los demás es esencial, pero lo primero que tenemos que hacer es agradecer nuestras respuestas y perdonarnos a nosotros mismos.

¿Hay algunos básicos de yoga sensible al trauma que crees que son útiles para los profesores de clases regulares y de un yoga no específico?

En primer lugar, acordarnos que somos profesores o facilitadores de yoga; no psicólogos. Como profesores de yoga, la gente nos viene mucho a hablar y a contarnos cosas, porque se sienten bien durante las sesiones y nos ven como personas relajadas y seguras. No podemos caer en el rol de creer que hemos adquirido una carrera en psicología. Lo que podemos ofrecer a través del yoga es muchísimo y podemos hacer ya mucho con eso. Debemos agradecerlo y saber dónde tenemos la capacidad y dónde no.

En segundo lugar, tener una visión de la sala para ver si hay gente en desasosiego; que se están poniendo nerviosos y que no pueden lidiar con el momento de inquietud o de silencio, por ejemplo y responder a ello. ¿Qué puedo hacer? Puedo dar opciones, por ejemplo, puedo decir que siempre tienen la oportunidad de ponerse en la postura del niño, que es muy relajante, o de salir al baño un rato. Demostrar que siempre tienen el poder de escoger lo que necesitan, alejándose de la situación traumática en la que ya vivieron una pérdida de poder.

Cuando hablemos del cuerpo, es importante personalizarlo: tu brazo, tu pierna. Cuando sufrimos un trauma, desconectamos completamente de nuestro cuerpo, además de la desconexión propia que nos impulsa la sociedad. Hablando así, facilitamos la conexión con nuestro cuerpo.

Finalmente, cabe destacar que como profesores o, más bien “facilitadores”, no debemos ofendernos si alguien no hace lo que estás proponiendo en tu sesión. Tú estás intentando ayudarles en su camino de sanación, pero nadie sabe tanto lo que necesita como uno mismo.

 

Publicado en Sin categorizar, Yoga.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *