«Kalari se convierte en el mejor compañero del yogui»

Entrevistamos a Kai Hitzer, uno de los pocos maestros de Kalari que existen actualmente, para conocer más sobre esta técnica y su origen ancestral. Descubrimos, entre otras cosas, qué relación tiene Kalari con el yoga y por qué Kai Hitzer es un fiel defensor de su práctica aunque no seamos unos ases de las artes marciales.

¿Qué es Kalari?

Históricamente, Kalarippayat, también conocido como Kalari, es un arte marcial procedente del sur de la India, que evolucionó con la fusión de la cultura dravidiana indígena del sur con la cultura védica que migró del norte del país.  Esta mezcla propició la práctica original del Kalarippayat, que pronto se convirtió en una forma de vida para los habitantes del sur de la India y todos los niños entre 6 y 8 años eran iniciados en la práctica al inicio de la estación del monzón.

Kalari también ha creado un único sistema de terapia llamado Kalari Chikitsa irremediablemente conectado con la práctica. El principal principio de esta terapia es entender que «para sanar algo, primero debes aprender a destruirlo» y, aunque la terapia de Kalari puede ser muy física, también puede trabajar sutilmente en algunos puntos y líneas de la energía.

La práctica de Kalari se construye en varias etapas y empieza con el re alineamiento, la curación y el despertar de los sentidos del cuerpo del practicante a través del entrenamiento de «bodyforms». Estas formas se clasifican por los principales arquetipos como la energía femenina y masculina, y siempre trabajan el cuerpo psicofísico del practicante, no solo el cuerpo y la mente. Son herramientas poderosas para la transformación, la curación y el crecimiento en todos los niveles.  En etapas posteriores, se introduce la práctica de armas de madera y de metal, así como técnicas de combate y autodefensa. El objetivo final de la práctica es llegar al estado que los textos ancestrales describen como «cuando el cuerpo se convierte en todo ojos».

¿Qué rol tiene el yoga en la práctica de este arte marcial? 

El Yoga y el Kalarippayat evolucionaron paralelamente y se influenciaron fuertemente a lo largo de su camino a través de los siglos. Pero en este dibujo, uno también debe incluir el Ayurveda para entenderlo en su totalidad. Imaginemos un triángulo compuesto por tres componentes: un arte marcial, un arte curativo y una forma de misticismo (Kalarippayat, Ayurveda y Yoga). La separación que percibimos hoy en día es una mera ilusión y el resultado de cómo estas artes fueron conceptualizadas e introducidas en Occidente. Los grandes maestros del Yoga del siglo XX, como Krishnamacharya o Sivananda, tuvieron un profundo conocimiento tanto del Ayurveda como de las artes marciales y esto fue considerado como parte de la amplia educación superior, al igual que el conocimiento del sánscrito, la astrología, la arquitectura, etc.

¿Porqué recomiendas la práctica de Kalari?

Hoy en día, el verdadero valor de Kalari ya no se encuentra en el campo de batalla. El mayor valor de Kalarippayat en la actualidad es que nos enseña sobre la vida. Me refiero a cómo vivir nuestra la vida con una correcta postura vertical interna y externa, tanto física como mentalmente. En un nivel meramente físico, Kalari constituye una sólida formación para realizar prácticamente cualquier otra actividad, creando un cuerpo fuerte, con una base poderosa pero increíblemente ágil, combinado con sensibilidad y belleza. Sin embargo, también es importante prestar atención a nuestro mundo interior. Muchos de nosotros arrastramos viejas heridas, traumas, cuestiones como quienes somos, quienes deberíamos, lo que la sociedad piensa que debemos ser o qué es lo que comporta hoy en día ser hombre o mujer. Kalari tiene el poder de pacificar o al menos resolver muchos de esos conflictos internos, lo que nos permite vivir la vida más plenamente, con mayor felicidad y mucho más despiertos.

¿Quién lo puede practicar?

Cualquiera, en serio. Kalarippayat es muy escalable cuando es enseñado por un buen maestro. Por ejemplo, cuando empecé a practicarlo en 2004, me acababa de recuperar de un síndrome de deslizamiento severo y mi práctica física estaba bajo mínimos. Durante mis dos primeras semanas en India, dediqué mucho tiempo simplemente a recorrer el interior de Kalari, consciente, paciente y con atención, construyendo la «casa de mi cuerpo» de nuevo desde el suelo. Fue una experiencia muy poderosa a la vez que humillante que me enseñó mucho. La práctica, en última instancia, crece con el practicante y el alcance es enorme.

¿Podemos considerarlo un arte marcial defensivo? 

Definitivamente, sí. Y lo encuentras expresado en muchas de las formas del cuerpo que harán que el practicante retroceda tres veces antes de cambiar de marcha. Pero es importante entender que el Kalarippayat tradicional, especialmente el estilo norteño basado en las armas tracionales de las batallas más antiguas, no es el camino más rápido a las técnicas de autodefensa de la vida real en las calles de una gran ciudad. Aunque descubrí que la consciencia aguda de los sentidos que la práctica intensa puede provocar, sí que ayuda a evitar conflictos físicos que se pueden presentar en las grandes ciudades, por ejemplo, anticipando lo que puede ocurrir, pudiendo cambiar de acera en el momento adecuado. En la filosofía de Kalari, algo así sería considerado como «la mejor de todas las técnicas de autodefensa».

¿Qué es lo que te decanta más por la práctica de Kalari que por la del Yoga?

En primer lugar, Kalari es increíblemente saludable a nivel físico. Enfatiza el concepto de movimientos y principios de todo el cuerpo, así como el concepto de expansión y contracción constantes del cuerpo. Este tipo de movimientos son verdaderamente saludables para todo el cuerpo, la columna vertebral y los discos intervertebrales en particular. Además, Kalari también hace hincapié en la fuerza del tendón sobre la muscular, ya que no se deteriora con la misma velocidad que nos hacemos mayores.

Sobre todo me encanta cómo me hace sentir: despierto, pero no nervioso, determinado, pero no inflexible, por ejemplo. La práctica y su intensidad también me deja increíblemente tranquilo y me pareció muy beneficioso para mi práctica de Yoga, eliminando cualquier necesidad de realizar patadas físicas o logros en la práctica de asanas. El Kalarippayat se convierte en el mejor compañero del yogui, completa el saddhana personal.

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