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El yoga: la herramienta perfecta para el desarrollo de la conciencia

El 5 de abril se celebra el Día Internacional de la Conciencia, con el fin de promover una cultura global de paz con amor y conciencia. ¿Qué significa ser consciente y cómo podemos serlo? En primer lugar, la palabra ‘conciencia’ hace referencia a aquello que el sujeto o el ser humano conoce. No obstante, el sentido se amplía bastante hacia el ámbito social, que define cómo las personas (individual y colectivamente) actúan guiadas por el amor y la paz.

El yoga es una herramienta perfecta para el desarrollo de la conciencia, puesto que esta práctica se centra sobre todo en la conexión con uno mismo, en la paz mental y en la toma de consciencia del mundo en el que vivimos.

 

Objetivos de la toma de conciencia

Como hemos comentado, una de las partes esenciales en las clases y sesiones de yoga es la toma de conciencia. ¿En qué consiste? Básicamente consiste en centrarnos en lo que haremos a continuación y dejar atrás nuestra “mochila” personal. Una mochila que todos y todas tenemos llena: las preocupaciones de nuestro día a día, lo que nos inquieta, el ajetreo…

Todo esto nos impide centrarnos en nosotros mismos y en lo que sentimos y pensamos. Es por este motivo, que las sesiones de yoga empiezan con la toma de conciencia. Nuestro objetivo principal debería ser siempre ser conscientes de nosotros mismos y de nuestro interior; entender y apreciar el aquí y el ahora. Y el yoga es la herramienta perfecta para conseguirlo.

 

¿Cómo se hace y qué sensaciones aporta?

Para la toma de conciencia es necesario un breve tiempo de meditación. Es recomendable que nos sentemos, ya sea en el suelo con las piernas cruzadas o en un banco o silla. El lugar donde nos sentemos no es tan importante como asegurarnos que estamos cómodas y cómodos. Eso sí, la postura tiene tres requisitos imprescindibles: tiene que ser relajada, concentrada e inmóvil.

Una vez tengamos clara cuál es la posición que debemos tomar, estas son las siguientes fases que te aconsejamos seguir para conseguir dejar a un lado los pensamientos y centrarnos en nuestra conciencia.

  • Siente la forma de tu cuerpo: cómo te posicionas, cómo te sientas, dónde colocas tus brazos y tus piernas… Fíjate en la forma concreta de tu esqueleto, que le da ritmo a tu cuerpo. Sé consciente que son tus huesos quienes te dan forma.
  • Después, siente el peso de tu cuerpo y de la fuerza de la gravedad que permite que estés aquí.
  • Toma conciencia del espacio que ocupas y del momento en el que te encuentras. No únicamente en este momento concreto, sino en tu día a día. Sé consciente del aquí y el ahora en el que vives.
  • Una vez que te encuentres en este momento, es hora de empezar a sentir el contacto. Al principio, con la ropa que lleves. Siente el tejido de tu camiseta, de tus pantalones, incluso de la superficie en la que estés.
  • Después, siente el contacto con el aire. Es un fluido que te rodea y que te permite vivir. Siéntelo en tu piel y en tus pulmones, y sé consciente de ello.
  • Finalmente, es el momento de sentir el contacto entre unas partes del cuerpo y otras. Una buena forma de hacerlo es recorrer tus manos y piernas con las yemas de los dedos, mientras lo haces, destina toda tu atención a ser consciente de esta sensación de contacto.

 

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Publicado en Yoga.

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