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CUERPO, MENTE Y ESPÍRITU

Estos son los ocho pasos a través de los cuales podemos evolucionar en el yoga:

– Yamas o principios morales: son los principios que te relacionan con el exterior, con la no-violencia, la veracidad, no robar, no ser posesivo y controlar las energías.

– Niyamas o principios morales: son los que te relacionan contigo mismo. Incluyen la purificación o limpieza, la felicidad, la disciplina, el auto-estudio y la unión con la divinidad.

– Asanas o posturas de yoga: es la práctica física. Trabajan el cuerpo de una forma integral, tanto a nivel muscular, de órganos internos, circulatorio o de ligamentos y articulaciones, como a nivel cerebral, energético e integral.

– Pranayama o ejercicios de respiración: están destinados a mejorar todo el sistema respiratorio y energético. La mente está estrechamente unida a la respiración. Controlando la respiración, controlas los pensamientos.

– Pratyahara o control de los sentidos: nuestra cabeza se ve afectada por el exterior y a través de los sentidos influimos en nuestra mente. Es posible controlar los sentidos y empezar a controlar la mente.

– Dharana o concentración: es la práctica de concentrar la mente, utilizando diferentes elementos como la respiración, los mantras y objetos. Cuando eres capaz de concentrar la mente se abre la posibilidad de hacer meditación.

– Dhyana o meditación: hay dos tipos de meditación básicos: con semilla, donde te concentras en un objeto, un valor o un mantra y te identificas con lo que meditas, y sin semilla, sin pensamientos. Cuando meditas te conviertes en uno con el objeto de la meditación.

– Samadhi o realización: es un estado de unión contigo mismo y con la energía universal. Hay diferentes tipos, dependiendo de la meditación que hagas.

Esta práctica integral debe integrar aspectos como:

Descanso adecuado: aprender a relajarse de forma correcta para liberar el cuerpo de tensiones acumuladas. Si sabemos cómo relajarnos adecuadamente, sabremos conservar y regular mejor nuestra energía, lo que repercute no sólo en el estado del cuerpo físico, sino también en un estado emocional más equilibrado.

Dieta adecuada: a base de alimentos naturales, con el menor procesamiento químico, industrial posible. Debe ser nutritiva, equilibrada, adecuada a nuestra constitución y estilo de vida. Una alimentación adecuada no sólo mantiene el cuerpo sano, ligero y flexible, también sosiega la mente y las emociones.

Ejercicio adecuado: a través de la práctica de asanas o posturas yóguicas que actúan sistemáticamente sobre todas las partes del cuerpo (estirando y tonificando músculos y ligamentos, manteniendo flexible la columna y las articulaciones y mejorando la circulación)

Respiración adecuada: que sea rítmica, constante, equilibrada, para optimizar el aporte de oxigeno. La práctica de pranayama (ejercicios de respiración) nos enseña a regular la circulación de prana (energía vital).

Pensamiento positivo y la meditación: ayudan a estar centrados en el momento presente, dejando la mente en calma, y llegar a parar el flujo de pensamientos.